miércoles, 23 de marzo de 2011

La Casa del Infantado

La Casa del Infantado es un linaje originario de la Corona de Castilla, cuyo nombre proviene del ducado del Infantado, título con Grandeza de España que ostenta su jefe o cabeza. Tradicionalmente el heredero del ducado del Infantado ostenta los títulos de Marqués de Santillana y Conde de Saldaña.

El Ducado del Infantado fue concedido por los Reyes Católicos el 22 de julio de 1475 a don Diego Hurtado de Mendoza, 2º Marqués de Santillana. El mismo día se creó el condado de Saldaña para que lo ostentaran los herederos del ducado, quienes desde entonces han sido, además de condes de Saldaña, marqueses de Santillana. En 1520 se le concedió al ducado del Infantado la Grandeza de España de clase inmemorial, incluyéndose así entre los primeros 25 títulos en ostentar tal dignidad.

Ana de Mendoza, contemporánea del Duque de Lerma, casó a su hija con el hijo de éste, pasando a ser Sandoval y Rojas. Se abrió un pleito dinástico que duró generaciones, hasta el 12º Duque de Osuna, Mariano Téllez-Girón, quien murió completamente arruinado y sin descendencia. Le heredó su sobrino, quien además presentaba como su heredero, el marqués de Ariza y Valmediano, Andrés Avelino de Arteaga y Silva, descendiente de la rama del VII Duque, que abrió el pleito. Su descendiente actual es Íñigo de Arteaga y Martín, XIX Duque del Infantado.

El XVIII Duque del Infantado y su 2º esposa, Cristina de Salamanca y Caro, condesa de Zaldívar, en Baleares

Los Mendoza

El linaje Hurtado de Mendoza fue uno de los más poderosos clanes nobiliarios de la baja Edad Media castellana y uno de los más influyentes de la Historia española. Este linaje se extendió por toda España y América, dando lugar a más de veinte casas con títulos nobiliarios, integrantes de la aristocracia del Siglo de Oro español.

La familia era oriunda de Mendoza, en la actual provincia de Álava (País Vasco). Se incorporaron al reino de Castilla durante el reinado de Alfonso XI (1312–1350). Antes de que los Mendoza pasaran a Castilla, Álava era un campo de batalla, en el que las familias señoriales dirimieron sus contiendas durante generaciones. En 1332, los Mendoza llevaban ya, al menos, un siglo batallando con el clan de los Guevara; otros clanes alaveses, como los Ayala, Velasco y Orozco, habían derramado su sangre y perdido vidas, en aquellos episodios, que iban desde las emboscadas nocturnas hasta las batallas campales.

La Torre de Mendoza en Álava


Una vez que estos clanes pasaron a Castilla, se acabaron aquellas contiendas, se incorporaron a la fuerza de combate castellana y los que pusieron sus armas al servicio del rey iniciaron el acopio de recompensas.

La rama principal fue la de los Duques del Infantado, en la que se mantuvo la posesión de la Torre de Mendoza desde principios del siglo XIII hasta 1856, en que fue vendida al vitoriano Bruno Martínez de Aragón y Echánove. Esta rama abandonó muy pronto su solar de origen, instalándose definitivamente en Guadalajara en el siglo XV. Fue el Duque del Infantado uno de los personajes más poderosos de la corte y de él se decía en 1625 que ejercía señorío sobre 800 villas y tenías más de 80.000 vasallos.

Don Iñigo López de Mendoza es el progenitor y cabeza de esta poderosa Casa. Nació en Carrión de los Condes en 1398 y murió en Guadalajara en 1458. Como reconocimiento a su labor en la batalla de Olmedo, Juan II de Castilla le reconoció como 1r. Marqués de Santillana y Conde del Real de Manzanares. En 1435 fue él quien inició la construcción del Castillo del Real de Manzanares. Es él el autor del lema de los Mendoza: «Dar es señorío y recibir servidumbre». Su hijo fue el 1r Duque del Infantado.


El Castillo de los Mendoza en Manzanares el Real, al pie de la Sierra del Guadarrama.

Títulos
  • Almirantazgo de Aragón
  • Ducado de Francavilla
  • Principado de Éboli
  • Marquesado de Santillana
  • Marquesado de Estepa
  • Marquesado de Tavara
  • Marquesado de Armunia
  • Marquesado de Monte de Bay
  • Marquesado de Valmediano
  • Condado del Serrallo
  • Condado de Saldaña
  • Condado de Corres
  • Condado de Santiago de Cuba
  • Condado de la Monclova
  • Marquesado de Eliseda
  • Marquesado de Ariza
  • Marquesado de Cea
  • Condado del Real de Manzanares
  • Condado del Cid
  • Condado de Ampudia
  • Señorío de la Casa de Lazcano
  • Señorío de Melgar de Fernamental

Estos títulos siguen vinculados a la familia.


Siglo XIV

El primer Mendoza que aparece al servicio del reino de Castilla es Gonzalo Yáñez de Mendoza. En el último período de la Reconquista, luchó en la batalla del Río Salado en 1340 y en el sitio de Algeciras en 1344, sirvió como montero mayor de Alfonso XI, se asentó en la ciudad de Guadalajara, de la que llegó a ser regidor, después de casarse con una hermana de Íñigo López de Orozco, uno de los hombres más ricos de la zona. En la carrera de Gonzalo, uno de los primeros Mendoza, se advierten los rasgos característicos que marcarán la historia de la familia: caballero por rango, luchó contra los moros, recibió como premio cargos del rey y llegó a ser regidor de la villa, donde se asentó y contrajo matrimonio con mujer de familia acaudalada e influyente.

La Batalla de Nájera enfrentó a Pedro I de Castilla (el Cruel), Juan de Gante y el Príncipe Negro (Eduardo de Woodstock) contra Enrique II de Castilla y sus aliados, los franceses de Carlos V.

Fueron los acontecimientos de Nájera, en 1367, donde la mayoría de los alaveses cayeron prisioneros, más que cualquier otro factor, los que determinaron la sociedad de los Trastámara y la política de los Mendoza a lo largo del siglo XV: al pasarse del bando de Pedro I de Castilla al de Enrique II en 1366. Esta dilatada familia, surgida de aquellos acontecimientos, se convirtió en el más poderoso grupo político de Castilla y sus miembros ostentaron los cargos más altos, políticos y militares del reino.

Esta provechosa política de activo apoyo militar y político a la nueva dinastía fue mantenida por su hijo mayor, Diego Hurtado de Mendoza, almirante mayor de Castilla. Había heredado una gran fortuna de su padre y añadido después grandes extensiones de tierra, gracias a las mercedes de Juan I y Enrique III, en las actuales provincias de Madrid y de Guadalajara. Amplió además los intereses familiares en Asturias, con su segundo matrimonio celebrado en 1387 con Leonor Lasso de la Vega, viuda por entonces de Juan Téllez de Castilla, 2º Señor de Aguilar de Campoo, cuya dote incluía Carrión de los Condes y los estados de Asturias de Santillana, donde era conocida como la ricahembra. Aunque la pareja tuvo muchos hijos, mantuvieron casas separadas, Leonor en Carrión de los Condes con su madre y el almirante en la residencia familiar de Guadalajara con su prima y amante Mencía de Ayala.


Escudo de armas de las casa de Mendoza en la casa natal del Marqués de Santillana en Carrión de los Condes (Palencia, Castilla y León).

Como almirante, prestó grandes servicios en las guerras contra Portugal, pues los derrotó tres veces en tres encuentros navales. En las luchas de poder durante la minoría de edad de Enrique III (1390–1406), apoyó al bando vencedor al aliarse con sus tíos Pedro López de Ayala y Juan Hurtado de Mendoza, lo que le valió ser nombrado consejero del rey —en un momento en que también lo era su tío Ayala, que además era canciller mayor— y la confirmación de señoríos y villas.

Poco antes de 1395 el almirante recibió el patronazgo de los cargos públicos de Guadalajara. Dado que anteriormente los Mendoza habían recibido para sí y sus descendientes el derecho a designar los procuradores en Cortes de la ciudad, a partir de entonces estuvieron en condiciones de dominar la principal ciudad de la zona de Guadalajara. Cuando murió en el año 1404, era considerado el hombre más rico de Castilla.


Siglo XV

A fin de obtener los recursos militares y las influencias políticas que necesitaba en la Corte para recuperar la fortuna arrebatada, Íñigo López de Mendoza y de la Vega practicó una política circunstancial y oportunista, sellando acuerdos que rompía a continuación, prestando su apoyo ahora a unos y luego a otros, negando sus servicios militares hasta que fueran satisfechas sus demandas, desafiando la voluntad del rey, encastillado en sus fortalezas de Hita y Buitrago o trasladándose más tarde a la corte para defender sus intereses.

Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana


En contraste con las pequeñas familias de las generaciones anteriores, diez de los hijos que tuvo el 1r marqués de Santillana llegaron a la edad adulta. Se casaban jóvenes, en ocasiones más de una vez, tenían muchos hijos, alcanzaban una edad avanzada y conseguían un nivel de influencia personal que los ponía a cubierto de cualquier eventualidad política.

Después de la muerte de Santillana, ocurrida el año 1458, la jefatura de la familia pasó a su hijo mayor, el 2º marqués de Santillana, pero la dirección efectiva quedó a cargo de uno de los hijos menores, Pedro González de Mendoza, obispo de Calahorra.

El matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en 1469 supuso el fin del conflicto que había dispersado la lealtad de los nobles en direcciones opuestas y mantenido a Castilla en constante agitación durante más de cincuenta años. En 1473, los Mendoza se comprometieron a apoyar el partido de Isabel, a cambio de garantías seguras sobre las tierras castellanas que reclamaban, en competencia con Juan II de Aragón, además del cardenalato para el obispo de Calahorra. Al morir Enrique en 1474, Fernando e Isabel contaron con el apoyo de la familia y sus aliados tradicionales, aportando el mando y la mayor parte de las fuerzas que les dieron la victoria en la guerra civil (1474–1480), hecho que Isabel reconoció en 1475, al conferir el título de duque del Infantado al segundo marqués de Santillana.


Cortejo del bautizo del príncipe don Juan, presidido por los Reyes Católicos y el Cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla.

El cardenal utilizó la influencia sobre los jóvenes monarcas para enriquecerse y enriquecer a los suyos, situando a sus parientes en puestos influyentes de todo el reino y asegurándolos con títulos nobiliarios. Reinando Enrique IV, hacia el año 1467, dos de sus hermanos recibieron títulos de nobleza: Íñigo López de Mendoza y Figueroa fue nombrado conde de Tendilla y Lorenzo Suárez de Figueroa lo fue de Coruña del Conde. Pedro Fernández de Velasco, casado con la hermana mayor del cardenal, fue designado condestable de Castilla en 1472 y el cargo se hizo hereditario en la familia. El hermano mayor, Diego Hurtado de Mendoza, fue nombrado duque del Infantado el mismo año en que empezó la construcción del espléndido Palacio del Infantado en la ciudad de Guadalajara, confirmándose sus derechos sobre las posesiones vinculadas a este título.

Su cambio de defensores de los derechos de la princesa Juana a dirigentes del partido de Isabel, fue el momento culminante de la historia política de los Mendoza. El año 1367, en Nájera, Pedro González de Mendoza era uno más de los capitanes del partido de los Trastámara. El apoyo de los Mendoza a Isabel, en 1474, la convirtió en reina de Castilla. Los Mendoza habían pasado de ser capitanes no muy importantes de la hueste del rey, a hacer reyes y a constituir la fuerza política y militar mayor, más rica y poderosa de Castilla.

El Palacio del Infantado, de estilo gótico tardío y renacentista, construido en 1483. En 1560 se casó en este palacio Isabel de Valois con el rey de España Felipe II.


Los cimientos genealógicos y políticos de esta familia quedaron asentados en los años posteriores a la batalla de Nájera; sus oportunidades para una ascensión acelerada se iniciaron al ser diezmados los ricoshombres y la vieja nobleza a finales del siglo XIV en Aljubarrota y continuaron con la necesidad de nuevos dirigentes políticos, en las luchas encarnizadas de la familia real a comienzos del siglo XV.

La forma elegida por los Mendoza para crear su propio grupo, la familia, no era la única posible, pero sus rasgos legales hacían de ella una eficaz fuerza social y económica en pie de igualdad con otros grupos corporativos, como los gremios o los concejos. La eficacia política y económica de la familia era corroborada por la estructura legal de la familia nuclear, por los vínculos de lealtad, vigentes en la familia amplia, que fomentaban la unidad política, y por la acumulación de títulos de nobleza y mayorazgos, que convertían los dominios del primogénito en el centro económico de toda la familia.

En el marco de la familia amplia, los vínculos no eran tan estrictos desde el punto de vista legal, pero los sentimientos hacían que, en definitiva, resultaran igualmente firmes. Los miembros de la familia en sentido amplio, cuyas ramificaciones eran definidas por la misma familia, estaban obligados a actuar unidos contra los enemigos y apoyar a los aliados del grupo. Tanto las obligaciones como los parientes unidos por ellas se llamaban deudos. Este mismo deudo unía al vasallo del rey al monarca; cuando no existían unas obligaciones jurídicamente establecidas entre las partes, subsistía el vínculo del deudo, vínculo que creaba derechos y deberes mutuos.


Claustro del Hospital de la Santa Cruz, de Toledo, fundado por el Cardenal Mendoza

Siglo XVI

La lealtad a la familia que demostraron los hijos de Santillana no perduró en la siguiente generación. Muerto el cardenal, la jefatura de la familia recayó en el condestable de Castilla residente en Burgos, Bernardino Fernández de Velasco, nieto de Santillana, una anomalía según los historiadores, en detrimento de Íñigo López de Mendoza y Luna, duque del Infantado, que tenía su casa en Guadalajara. Bernardino será quien dirija a los Mendoza durante los años críticos, en los que la corona pasó de los Trastámara a los Habsburgo. Pero el condestable se encontró al frente de unos Mendoza menos dispuestos a seguir las directrices de un solo jefe. Las mismas cotas de poder que el cardenal había asegurado a la joven generación de la familia, permitieron que sus miembros emprendieran carreras políticas más independientes.

El palacio del Infantado en Guadalajara no dejó de constituir el centro material de la familia. Los Mendoza que permanecieron en Castilla, aceptaron la jefatura del condestable, pero incluso en este grupo surgieron disputas, sobre todo entre el Infantado y el conde de Coruña, que debilitaron la cohesión de la familia como unidad política y militar. Aún más amenazada se vio la unidad familiar por la actuación de dos de los nietos de Santillana: el hijo mayor del cardenal, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, marqués del Cenete, y el segundo conde de Tendilla.

El Marqués del Cenete


El marqués del Cenete y Conde del Cid actuó, en todos los aspectos, con total independencia del grupo de los Mendoza, impulsado por su carácter altivo y arrogante. Cenete desarrolló una carrera marcada por la audacia, el oportunismo y el escándalo. En 1502 se casó en secreto y en 1506 raptó a la mujer con la que Isabel la Católica le había prohibido casarse. En 1535, su segunda hija, heredera del título y fortuna, se casó con el heredero del duque del Infantado, regresando los títulos a la casa central de los Mendoza.

La carrera de Diego Hurtado de Mendoza, conde de Mélito y hermano menor del marqués del Cenete, presenta unos rasgos totalmente distintos. Mélito desempeñó un papel moderadamente importante como virrey de Valencia durante los primeros años del reinado Carlos V, en la sublevación y control de las germanías.

Durante la mayor parte del reinado de los Reyes Católicos no surgieron conflictos graves entre los nobles ni se produjeron crisis a escala nacional capaces de poner a prueba la cohesión de la familia. Íñigo López de Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla, y sus primos, separados de la rama principal por la expansión de una familia prolífica y por la dispersión geográfica de sus respectivas carreras políticas, se entregaron, cada cual por su lado, a asegurarse el éxito sin mayores consideraciones hacia la familia en conjunto. Cuando el pleito sucesorio generó, de nuevo, graves conflictos en Castilla, los Mendoza no pudieron o no quisieron actuar como un solo grupo; Tendilla en particular adoptó posiciones contrarias a la del resto de la familia.


Ana de Mendoza y de la Cerda, nieta del conde de Mélito, se casó con el favorito de Felipe II, Ruy Gómez de Silva, en 1553. La pareja recibió en 1559 el título de Príncipes de Éboli.


En la atmósfera de crisis y rebelión que se apoderó de Castilla a la muerte de Isabel la Católica en 1504, los Mendoza se vieron forzados a elegir entre su política tradicional, de apoyo a la dinastía Trastámara, cuyo último representante era Fernando el Católico, que había cimentado el éxito de la familia en el pasado y establecido la nueva política, o de apoyo a la nueva dinastía de Borgoña, que se lo aseguraría en el futuro.

El 3r Duque del Infantado, jefe nominal de los Mendoza, así como el condestable, que de hecho dirigía los asuntos de la familia, optaron por la nueva política con vistas a mantener el vigor de la familia como unidad política. Tendilla prefirió mantener la tradición. Mientras Castilla estuvo bajo el gobierno de los Trastámara, su política tuvo éxito; cuando quedó claro que la dinastía se extinguiría en Castilla, la postura adoptada por Tendilla resultó perjudicial para su influencia política y su prosperidad material, impidiendo que la familia actuara unida y debilitando la eficacia de los Mendoza en conjunto.


Don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda (1500-1578), Virrey de Aragón y de Cataluña


Aunque en los siglos siguientes siempre habría algún personaje del apellido en puestos relevantes, la idea de «familia» del marqués de Santillana, no sobreviviría al siglo XVI.

Patrimonio

La Casa del Infantado ha pasado por diversas etapas, afectándole mucho la unión y posterior separación del Ducado de Osuna. Las propiedades históricas más importantes son el Palacio del Infantado en Guadalajara, la Casa de Lazcano en Lazcano (Guipúzcoa) y el Palacio de Barrena en el pueblo vecino de Ordizia, el Castillo de Manzanares el Real y el Castillo de la Monclova en Sevilla. En Madrid sus últimas residencias estaban en el Paseo del Prado y posteriormente en la calle Don Pedro I. El archivo de Infantado se encuentra en el Archivo Histórico Nacional.

Cuando en 1932 se censaron los bienes agrícolas de los Grandes de España, la Casa del Infantado era todavía la novena propietaria del país con 17.171 hectáreas.


El Castillo de la Monclova, en Sevilla


Los Duques del Infantado

1. Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa
2. Íñigo López de Mendoza y Luna
3. Diego Hurtado de Mendoza y Luna, llamado "El Grande"
4. Íñigo López de Mendoza y Pimentel
5. Íñigo López de Mendoza y Aragón, Marqués del Cenete, Conde de Tendilla.
6. Ana de Mendoza
7. Rodrigo Díaz de Vivar Sandoval y Mendoza
8. Catalina Gómez de Sandoval y Mendoza, Duquesa de Pastrana
9. Gregorio María de Silva y Mendoza, V Duque de Pastrana, VII Duque de Lerma
10. Juan de Dios de Silva y Mendoza y Haro, VI Duque de Pastrana y VII Duque de Lerma
11. María Francisca de Silva Mendoza y Sandoval, Marquesa de Távara
12. Pedro Alcántara de Toledo y Silva, heredero de los títulos de Távara, Lerma y Pastrana.
13. Pedro Alcántara de Toledo y Salm-Salm
14. Pedro de Alcántara Tellez Girón y Beaufort, XI Duque de Osuna y Conde de Benavente
15. Mariano Téllez Girón y Beaufort Spontin, XII Duque de Osuna
16. Andrés Avelino de Arteaga y Silva Carvajal y Téllez Girón
17. Joaquín de Arteaga y Echagüe Silva y Méndez de Vigo
18. Íñigo de Arteaga y Falguera
19. Íñigo de Arteaga y Martín


El financiero Íñigo de Artega, heredero actual de la Casa del Infantado

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